Sabes pequeña... Hay voces, no me preguntes por qué, que "se nos quedan" y, pasado un tiempo, vienen a formar parte de nuestro acervo personal, de nuestros recuerdos... Para que lo entiendas, permíteme explicártelo con un par de registros...
Era final de los noventa, eras muy pequeña y mientras te bañábamos antes de salir por la tarde, muchos días escuchábamos un programa de radio, en una temporada irrepetible de la Hora de Julia, y allí a diario, estaba esa voz profunda, pausada, reflexiva, de un vate, que invitaba a cambiar, a cuestionar, a transformar, a meditar, a actuar en fin, hasta en los pequeños actos de la vida... Era Alfonso Levy... ¡Qué pena que no existan buenas grabaciones de todo aquello para que lo puedas escuchar y comprender!...
Pero la que hoy, de forma especial quisiera recordar, porque el pasado día 15 de enero se apagó para siempre, es la de José Luis Alvite... La primera vez que la escuché, he de ser sincero, lo que primero atrajo mi atención fue el ritmo del saxo de aquel tema de jazz, Harlem Nocturne, que introducía las Crónicas del Savoy, pero, rápidamente me enganché a aquella voz, a la que curiosamente no puse imagen hasta años más tarde, pero no me importaba, y a diario esperaba esas colaboraciones radiofónicas de un periodista y escritor que luego también tuve la suerte de poder leer... No sé que más decirte... Escúchale y seguro que lo entenderás... Descanse en paz...
Sabes... La verdad es que en este mundo tan acelerado cada vez escuchamos menos o no sabemos hacerlo... Pero, donde esté una escucha sincera, sosegada, reflexiva y empática que se quite lo demás... Con el tiempo, no sé si tarde, he aprendido que cualquier persona a nuestro alrededor, por diferente a nosotros que sea, puede aportarnos muchísimo... Y qué fácil, para disfrutarlo, solo hay que saber abrir el oído y escuchar...